lunes, 15 de septiembre de 2008

300


Un día, siendo ya rey de Esparta, llega a visitarlo un emisario persa de Jerjes I. Éste le comunica la exigencia de pagar un tributo de tierra y agua a cambio de no arrasar Esparta. Leónidas se niega y asesina al emisario y a su escolta. Después de esto, decidido a plantarle cara al ejército persa, visita al oráculo, ya que ningún rey espartano podía ir a la guerra sin hacerlo. El oráculo le prohibió que fuese; sin embargo, Leónidas, con la decisión ya tomada, no hizo caso.
Ante la inminente batalla, con la decisión de luchar en las Termópilas ya tomada, mandó a su capitán a que reuniera un ejército de 300 guerreros que tuviesen descendencia. Así intentó justificar su marcha a la batalla, pues al ir solo con trescientos hombres, era verdad que no estaba enviando al ejército espartano a la guerra, con lo cual —en apariencia— no incumplía la prohibición del oráculo. De camino a las Termópilas, se encontró con el ejército ateniense, el cual se unió a ellos
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